Juanes, un tipo necesario

Viendo a Juanes ayer, me di cuenta de que no suena como en los discos: suena mejor, y tampoco se ve como en los videos: en vivo parece un tipo más auténtico.

Por ser un país pequeño, consumimos mucha más música en soportes reproductibles, que en vivo.

Muchísimos de mis amigos y conocidos aman con locura a bandas que nunca han visto y odian con furia a artistas a cuyos conciertos no han asistido.

La nuestra, al menos desde esta clase media quiteña, es una situación parecida a la de los amores epistolares que consumían a nuestros antepasados.

Además, es una gran 💩 para los artistas locales porque tenemos que competir con fantasmas que habitan en las fantasías mentales de nuestro público.

Como cuando alguien intenta enamorar a una persona que se encuentra perdida en el romance que tuvo en el pasado.

Juanes es muy buen cantante y músico, pero más allá de la evaluación de su calidad, es un tipo, un colombiano, medio alto, medio joven, un poco triste, algo guagua, es una persona que viene de un país no-tan-lejano y que cuenta cosas bastante parecidas a las que vivimos.

Juanes, para muchos de nosotros, quiteños, es un tipo necesario y aunque me cueste aceptarlo, quizá un poco más necesario que Brandon Boyd, por quien pagué cuarenta dólares para escuchar con Incubus desde lejos, en un concierto medio vacío.

Ayer que veía a Pancho Terán en el escenario me di cuenta de que le cuesta ser lo que se supone que debe ser. En cierta forma es un poco mayor de lo que debería, en otra, y mucho más delicada de mencionar, es un poco extraño para las formas de la gente común que veo en Quito.

Pancho se supone que debía ser el más cercano a nosotros, pero el momento en el que logró acercarse más a mi sensibilidad con su música fue cuando invitó a su hermano y cantaron dos canciones que suenan en las imágenes que tengo de mi infancia, después de hacer compras en el Supermaxi y justo antes de que mi papá se pusiera a ver La Televisión, el programa.

El Guanaco es más de carne y hueso, pero el hardcore hiphop es solo una de las ramas de la música que forman parte de nuestro lenguaje contemporáneo.

Así mismo, bailé cumbia como digno hijo de mis padres (recuerdo las fiestas que hacían en casa cuando éramos niños) cuando se presentó la Sonora Dinamita y me sentí muy agradecido de poder tener a una orquesta animándonos. Sin embargo, algo en mí, sí se preguntaba cómo sonaría una orquesta local en ese mismo escenario y no me refiero a la Rocola Bacalao.

Por eso es que Juanes me logró conectar con algunos aspectos de mi vida de una forma que logro identificar como necesarios. De hecho, me pregunté por qué no fui a su concierto hace diez años.

La verdad es que sí se por qué no fui. Por allá del dos mil siete estaba atravesando mi romance con el freak folk de las Coco Rosie y quería estar tan lejos, mentalmente, del Ecuador, cómo pudiera.

Ahora estoy de vuelta y en cierta forma, más enraizado. Entonces, busco acercarme a la cultura y a los artistas (y a mis propias canciones y filmes) de una manera que me ayude a sentir más presente, disfrutando más de quienes tengo a mi lado.

Eso.

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