De Cotocollao a Atahualpa

Los Reinos de Quito

Una historia de varios tiempos

(Ensayo)

Cotocollao es la cuna urbana de la sierra ecuatoriana. Era una pequeña ciudad que empezó con unas trescientas personas y pudo haber llegado a albergar varios miles, que vivían en casas y que tenían costumbres que les permitieron tener una convivencia pacífica por más de mil años, desde el 1500 AC hasta el 400 AC cuando el Pululahua erupcionó colapsando con tanta violencia que su ceniza y materiales piroclásticos aniquilaron y anularon el espacio que este grupo humano, el más antiguo de los pueblos sedentarios de la sierra ecuatoriana, ocupó.

Debe haber sido un momento devastador, que obligó a esta población a plantearse un nuevo comienzo, nada fácil de procesar y que dejaría generaciones, por centurias, anhelando el regreso a su aldea primigenia.

Estas eran personas que tenían vestimentas, que vivían en casas y tenían dietas regulares gracias a la agricultura. Eran personas que disfrutaban de la presencia de la gran Laguna formada en la última era glacial y que con el pasar del tiempo había dejado reunida esa cantidad de agua en un sistema de tres grandes lagunas que iban desde el Ejido, pasando por la actual Carolina e incluyendo el espacio que después ocupó el aeropuerto. Estas dos ultimas con nombres propios: Iñaquito y Cochapamba.

Podrían entonces navegar en canoas, las lagunas para transportar materiales y conseguir recursos. Vivían en las partes altas de las lomas y dependían de un sistema de organización social en el que se otorgaba las tierras a quienes se fueran incorporando a su cultura, en las zonas adyacentes a las que las familias centrales de la cultura, controlaban.

Tenían ritos funerarios organizados y sus grandes cementerios son los que permitieron a los arqueólogos en 1978, cuando se desarrollaba una cooperativa de vivienda en el espacio al norte de la iglesia principal del pueblo, tuvieron la advertencia de un gran grupo de niños, que a su vez comunicaron de la aparición de cientos de osamentas, a los curas que llamaron a los científicos.

Allí funcionó un museo que permitía a la gente conocer los orígenes de nuestra región, durante un par de decadas, hasta que fue, erróneamente cerrado. Cerrado en parte por la despreocupación de la población en acercarse al saber científico.

Me gusta mucho la historia de Cotocollao y he llegado a entenderla como parte de algo más grande que con un poco de imaginación se llamaría la historia del Reino o mejor dichos Los Reinos de Quito.

Así, en el año 400aC estos miles de personas que sobrevivieron a la hecatombe se trasladaron a los valles orientales ocupando los sectores de Llano Grande, Llano Chico, Tumbaco y Alangasí y demás espacios propicios para restablecer su forma de vida.

Es notable mencionar que estas personas llegaban a vivir hasta sus treintas cuando sufrían de la incapacidad de hacerle frente a enfermedades infecciosas, esto es a la acción de virus y bacterias, por problemas digestivos o traumas. No tenían gran evidencia de sufrir de muertes violentas. No eran pueblos de guerra. Llegaron algunos a medir un metro setenta y pico, pero en el siguiente milenio se transformarían alcanzando a vivir hasta sus cincuentas, pero sufriendo de un decrecimiento de su altura, llegando a medir un metro cincuenta y pico.

Eso lo sabemos porque el siguiente gran capítulo de esta historia se da al final del llamado periodo de Desarrollo Regional que parte de ese suceso fatídico del 400 aC y que llega hasta mediados del primer milenio, en nuestra narración el año 640 dC, en el que se determina que los pobladores volvieron a las faldas del Pichincha y ocuparon sus antiguos espacios, si bien desplazándose más hacia el sur, ocupando según el hallazgo del año 2004, en el barrio La Florida, la llamada Loma Gorda, que es una especie de Panecillo que mira al Pichincha, en un sector al que se llega subiendo de la avenida occidental, por empinadas calles en las que, de nuevo, cuando se produjo el desarrollo inmobiliario de la zona, se encontró un maravilloso complejo funerario que iluminó esta parte de la historia de nuestra patria.

El hallazgo daba cuenta de unos entierros realizados con esfuerzos y técnicas sorprendentes, en unos agujeros redondos que llegaron a tener quince metros de profundidad, en los que estos pobladores colocaban a las personas más trascendentes de su organización social, los líderes, jerarcas, abuelos o reyes y reinas que guiaban a sus pueblos.

Los enterraron con ajuares reales, fabricados con concha Spondylus, que era el bien más preciado de la época, a juzgar por la relevancia que esta concha, que se obtiene en la costa ecuatoriana, sumergiéndose a más de tres metros de profundidad, tenía en el comercio y más aún en el contacto diplomático de más alto nivel, que los pueblos de esa época (anterior al imperio Inca, y también al imperio Azteca Mexica) realizaban con estos importantísimos polos del desarrollo cultural de América.

Estos reyes de Quito se habrían beneficiado de la reapertura y el regreso de la posibilidad de sus asentamientos en las tierras que la ceniza, vuelta cangahua durísima, cubrió y por ende por la posibilidad, de volver, como sus antepasados en Cotocollao, que tenían acceso a bienes como la sal o el ají gracias al intercambio, a comerciar con los pueblos de la costa, o con aquellos intermediarios, como los Yumbos, que podían ayudar a llegar a la costa.

Para tener una imagen de la sofisticación de estos pobladores que corresponderían a la llamada Edad Media de Asia y Europa, es muy valioso poder observar un aparato para cazar, con el que fue enterrado uno de estos personajes, que servía para disparar pequeñas flechas, fabricado con madera, pero también usando piedras finas preciosas y también piezas de oro mezclado con cobre, tanto en la empuñadura como en el proyectil.

Los pendientes que formaban parte de su ajuar, también despiertan la imaginación y sorprenden por su fina orfebrería que consiste de diseños geométricos perfectos, con diseños circulares y triangulares, y especialmente con un ícono que se repite, de dos triángulos (del tipo triángulos rectángulos) adyacentes, invertidos y con uno de ellos mostrando un borde dentado, con el detalle de que ambos tienen hacia adentro un 🌀 espiral compuesto por líneas rectas que recorren hacia el centro.

Estos diseños también se pueden observar en sus piezas de cerámica ceremonial, platos, vasijas, cántaros y otros utensilios como aquellos que utilizaron sus sacerdotes para colocar una mezcla de hojas de coca y cal, un poderoso compuesto que habría servido para que lograran hacer los recorridos extenuantes para cruzar la montaña y después la selva, encontrándose con animales desafiantes como serpientes, osos y jaguares y pumas.

Aún así, es el mono, que representado en los pendientes de estos reyes el que parece haber sido un animal especialmente trascendente para ellos, quizá por pautas que su comportamiento puede haberles ayudado a prevenir riesgos y encontrar recursos.

Finalmente, y llegando a mencionar la Rumipamba, que en este relato (imperfecto, pero entusiasta) no ha sido mencionada lo suficiente, dada la contundencia de los hallazgos que se pueden conocer en este hermoso museo quiteño; allí se cuenta la historia del siguiente periodo, el Integración, o mejor dicho, de la parte final del periodo Integración(el Museo de La Florida con sus entierros nos permite entender mejor el inicio de este periodo).

Para organizar estos periodos, y como un aficionado, siguiendo las imágenes que pude aprender en mis visitas e investigaciones, se puede colocar, para fines de esta narrativa, a los años 400aC como fin de Formativo y paso al de Desarrollo Regional y el 640dC como el de paso de este último al de Integración que ocupa la historia que llega hasta el encuentro con los Incas y su invasión del territorio, acontecida solamente setenta años antes de la llegada de la próxima invasión, la de los españoles.

En Rumipamba, los pobladores dejaron de construir estas suntuosas y profundas tumbas grupales y volvieron a realizar entierros más superficiales, como los antepasados de Cotocollao, que lo hacían así, en ese momento (hasta los 1400dC) casi dos mil años antes que estos últimos (Los de Rumipamba).

Esto es importante porque denota que la sociedad era menos jerárquica; era más igualitaria. También era una sociedad que había dejado de tener acceso a los bienes preciosos que se encuentran en las tumbas del 640dC en La Florida.

Es posible que en esos casi mil años, los pobladores de Quito hayan dejado de poder acercarse a los imperios que ya se configuraron en Bolivia y Perú, con los Wari e Inca, y en Mesoamérica con los Aztecas o Mexicas que a su vez ya vivían una época posterior a la de los Mayas.

Esto es importante mencionar, porque de la misma forma que romanos, para con los antiguos griegos, y estos últimos para con los antiguos egipcios, como ellos observaban la distancia de sus apogeos, en épocas lejanas, en América, también nuestros pueblos observaban el misterio de esos pueblos y esas culturas que tuvieron momentos cumbre y decayeron, en un pasado que ya para ellos era lejano.

Así, uno puede preguntarse: qué sabían o pensaban, que imaginaban, personajes autóctonos de ese momento más reciente de nuestra historia primigenia, como la princesa Paccha, Los Duchisela, Nazacota Puento, Atahualpa, Rumiñahui, el mismo Huayna Capac, de los tiempos en los que existió una pequeña ciudad que se mantuvo de forma estable y pacífica durante mil años en Cotocollao, antes de la erupción del Pululahua.

Cómo se relacionaban ellos con esos antepasados de los cuales estaban separados por eventos devastadores que resetearon sus culturas.

Uno de los retos que tenemos es tratar de indagar en cuáles fueron las palabras que utilizaron para referirse a sí mismos, en los tiempos más antiguos.

Es por eso que la palabra Quito, sirve para generar una imagen de varios tiempos en los que en esta geografía, miles de personas convivieron, en una cotidianidad que seguramente amaban, tanto como nosotros amamos nuestras vidas.

Hay mucho por aprender, mucho por investigar, mucho por transmitir y por supuesto muchísimo que corregir. Me gusta pensar que puedo mencionar una respuesta que Cortázar ofreció en una entrevista que se puede encontrar en YouTube, en la que dice que para él era muy importante considerar que era un aficionado a escribir libros. Lo que le permitió hacer un uso tan libre y por ende inspirador de la palabra. Yo también quiero poder escribir guiado por la forma en la que logro narrar algo que refleja el sentir que me inspira: en este caso, la paz que puede producir saber más sobre las personas que vivieron antes que nosotros en este lugar al que llamamos Quito.

Santiago Soto

20 de Noviembre de 2021

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