Memoria Americana
El otro día, junto con el hermano mayor de un querido amigo terminamos en una discusión pantanosa.
Él defendía que los ecuatorianos somos occidentales, puesto que dejamos atrás nuestra cultura.
Yo le pregunté si comía mote y me dijo que sí, pero que no le gustaba.
Estimo mucho a este amigo y a su hermano. Crecimos juntos y puedo dar fe de que son buenas personas.
Lo pantanoso de la conversación, sin embargo, me preocupa.
Por qué un quiteño que se acerca al cuarto piso (o quinto si contamos de los cero a los diez como el primero) se afana en definirse como un occidental cuando, por ejemplo, no podemos entrar a ningún país de occidente sin un permiso? Por qué decide apoyarse en una idea de identidad que es como una pata floja?
Por otro lado, el llamado a encontrarse en un sentido de pureza local también es un camino peligroso. Esos caminos terminan en limpiezas étnicas.
Se puede celebrar el mestizaje de la misma forma que uno puede celebrar tener un abuelo serrano y otro costeño; una abuela alta y otra pequeña.
Una de las cosas que hace tan difícil para un mestizo medio blanquito el apropiarse de sus genes americanos es lo difusa que es la imagen de quienes eran los pobladores de estas tierras, cuando esos otros, los marineros salvajes, llegaron a dar bala.
Tenían o no tenían pantalones? Tenían o no tenían casas?
Y quizá la más importante:
Tenían o no tenían escritura?
La escritura, ustedes saben, es la carta de presentación de una civilización y de una persona.
La coma va aquí, no, la coma va acá. Acento, sin acento, es esdrújula, es?
La escritura en la búsqueda del refinamiento es la brújula, será?
Se piensa que los marineros salvajes llegaron a encontrarse con unos cazadores recolectores que estaban sumidos en la Edad de Piedra. Un cronista de la ciudad hasta le puso en la boca al alcalde la idea de que antes de que Sebastián Moyano (procedente de un pueblo renombrado el del Bello Alcázar), en Quito, prácticamente no había nada.
Pobre alcalde. Quedó de shunsho.
Pobre? Espera, quizá de pobre no tiene nada.
Cómo eran? Cómo eran los quiteños, antes de esa primera ola de migrantes europeos, algunos feos, algunos no tanto.
Cuando se habla de la escritura, aún el historiador primigenio Guamán Poma de Ayala, menciona a los quipus. Los quipus eran un sistema de cordeles en cuyos nudos se marcaban los datos que contaban la historia de los pueblos de los Andes.
Los cordeles me hacen pensar en el tejido; en los hermosos tejidos que aprendieron a fabricar estos americanos tan desconocidos para algunos quiteños treintones.
Entonces, tenían o no tenían pantalones?
Guamán Poma, en un capítulo de su historia habla de las edades de los indios (que para el significaba in/dio, es decir en/día, es decir, más cercanos al sol), en esta narración Guamán (el significado de Guamán es águila andina) habla de un transcurrir milenario en el que los pueblos fueron trazando su propia historia, con eventos que hicieron la vida más llevadera, más organizada.
Cuando los marineros salvajes llegaron, se encontraron con una sociedad organizada. Esto es algo que va más atrás de los Incas. De hecho, los Incas, como grupo monárquico, no eran queridos por muchos de los pueblos que enlazaron con su religión, lo que hizo más fácil el que los marineros salvajes los reemplazaran.
———-
Un día, un señor Caranqui le preguntó a un castellano- por qué nos dicen indios?- a lo que el castellano respondió- no es esta la India?- el señor Caranqui le dijo- no señor, usted está parado en Cotocollao, el pueblo más antiguo de esta parte del Abya Yala- el castellano continuó- está bien, usted no será indio, pero es indígena, es decir autóctono de la zona- el Caranqui remató- No tanto, nosotros vinimos de Bahía de Caraquez, Cotocollao es bastante más antiguo que Quito, además, yo seré nativo de esta zona, pero usted también es nativo de la suya, así que usted también es indígena.
—————
La verdadera pregunta no es si es que los americanos tenían escritura, sino, si es que los americanos tenemos memoria.
Santiago Soto
01/24/2017
Él defendía que los ecuatorianos somos occidentales, puesto que dejamos atrás nuestra cultura.
Yo le pregunté si comía mote y me dijo que sí, pero que no le gustaba.
Estimo mucho a este amigo y a su hermano. Crecimos juntos y puedo dar fe de que son buenas personas.
Lo pantanoso de la conversación, sin embargo, me preocupa.
Por qué un quiteño que se acerca al cuarto piso (o quinto si contamos de los cero a los diez como el primero) se afana en definirse como un occidental cuando, por ejemplo, no podemos entrar a ningún país de occidente sin un permiso? Por qué decide apoyarse en una idea de identidad que es como una pata floja?
Por otro lado, el llamado a encontrarse en un sentido de pureza local también es un camino peligroso. Esos caminos terminan en limpiezas étnicas.
Se puede celebrar el mestizaje de la misma forma que uno puede celebrar tener un abuelo serrano y otro costeño; una abuela alta y otra pequeña.
Una de las cosas que hace tan difícil para un mestizo medio blanquito el apropiarse de sus genes americanos es lo difusa que es la imagen de quienes eran los pobladores de estas tierras, cuando esos otros, los marineros salvajes, llegaron a dar bala.
Tenían o no tenían pantalones? Tenían o no tenían casas?
Y quizá la más importante:
Tenían o no tenían escritura?
La escritura, ustedes saben, es la carta de presentación de una civilización y de una persona.
La coma va aquí, no, la coma va acá. Acento, sin acento, es esdrújula, es?
La escritura en la búsqueda del refinamiento es la brújula, será?
Se piensa que los marineros salvajes llegaron a encontrarse con unos cazadores recolectores que estaban sumidos en la Edad de Piedra. Un cronista de la ciudad hasta le puso en la boca al alcalde la idea de que antes de que Sebastián Moyano (procedente de un pueblo renombrado el del Bello Alcázar), en Quito, prácticamente no había nada.
Pobre alcalde. Quedó de shunsho.
Pobre? Espera, quizá de pobre no tiene nada.
Cómo eran? Cómo eran los quiteños, antes de esa primera ola de migrantes europeos, algunos feos, algunos no tanto.
Cuando se habla de la escritura, aún el historiador primigenio Guamán Poma de Ayala, menciona a los quipus. Los quipus eran un sistema de cordeles en cuyos nudos se marcaban los datos que contaban la historia de los pueblos de los Andes.
Los cordeles me hacen pensar en el tejido; en los hermosos tejidos que aprendieron a fabricar estos americanos tan desconocidos para algunos quiteños treintones.
Entonces, tenían o no tenían pantalones?
Guamán Poma, en un capítulo de su historia habla de las edades de los indios (que para el significaba in/dio, es decir en/día, es decir, más cercanos al sol), en esta narración Guamán (el significado de Guamán es águila andina) habla de un transcurrir milenario en el que los pueblos fueron trazando su propia historia, con eventos que hicieron la vida más llevadera, más organizada.
Cuando los marineros salvajes llegaron, se encontraron con una sociedad organizada. Esto es algo que va más atrás de los Incas. De hecho, los Incas, como grupo monárquico, no eran queridos por muchos de los pueblos que enlazaron con su religión, lo que hizo más fácil el que los marineros salvajes los reemplazaran.
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Un día, un señor Caranqui le preguntó a un castellano- por qué nos dicen indios?- a lo que el castellano respondió- no es esta la India?- el señor Caranqui le dijo- no señor, usted está parado en Cotocollao, el pueblo más antiguo de esta parte del Abya Yala- el castellano continuó- está bien, usted no será indio, pero es indígena, es decir autóctono de la zona- el Caranqui remató- No tanto, nosotros vinimos de Bahía de Caraquez, Cotocollao es bastante más antiguo que Quito, además, yo seré nativo de esta zona, pero usted también es nativo de la suya, así que usted también es indígena.
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La verdadera pregunta no es si es que los americanos tenían escritura, sino, si es que los americanos tenemos memoria.
Santiago Soto
01/24/2017
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