Estamos viviendo un proceso de desglobalización?

En los años ochenta, en Ecuador, después de una década parecida a la que vivimos con la revolución, mucha gente sufrió por la desaceleración de la economía. Las conquistas que se lograron en los setentas, década en la que el petróleo hizo que nuestro presupuesto creciera unas diez veces, se limitaron drásticamente con la caída de los precios del mismo y se agravaron aún más por el excesivo endeudamiento. Por lo que mucha gente optó por enrumbarse hacia el norte con la esperanza de volverse parte del sueño americano.

Así, la historia de las migraciones ecuatorianas hacia el extranjero, no empieza con la crisis de finales de los noventa, ni tampoco con el bajón de la economía en los ochenta. Sino que es un index de la dirección que tomó el mundo en un período más amplio, como es aquel que se inició con el final de la Segunda Guerra Mundial. Proceso que le confirió a Estados Unidos una posición sine-qua-non de liderazgo y control económico. Oliver Stone dice que el cincuenta por ciento de todas las exportaciones en el mundo, después de la segunda guerra, las realizaba el gigante del norte.

Dentro de ese contexto, y pese al crecimiento que durante los setentas hizo que vivir en Ecuador fuera mejor que estar atravesando las crisis económicas que vivían en el norte (con los problemas que tuvo el estado de bienestar y las negociaciones con los grandes grupos sindicales), cuando la economía se complicó en los ochentas, la migración todavía ofrecía lo que la economía local no lograba. Eran tiempos en los que lo local pesaba cada vez menos, frente a la idea de una gran sociedad mundial, liberal y democrática.

Sin embargo, ese momento parece estar llegando a su ocaso. La gran fortuna de occidente que se produjo al final de la segunda guerra y que se logró revivir durante los años ochenta gracias a liberar las acciones de los inversionistas, aterrizó con urgencia en el dos mil ocho, cuando los procesos especulativos de la banca afectaron a los pueblos de los países que estaban supuestamente a salvo de tales irregularidades, características de las economías en desarrollo.

Más aún, el crecimiento económico que permitió la liberalización de la economía no trajo consigo un crecimiento en la fortaleza de los vínculos sociales, ni en procesos culturales que permitieran a las poblaciones funcionar en ese esquema cultural globalizado de migraciones laborales. Ahora, los pueblos de los países desarrollados rechazan la presencia de quienes se han desplazado para acoplarse a la economía globalizada.

Este es un factor que hace que en el Ecuador estemos viviendo un momento distinto al que vivimos cuando se estancó la economía en los ochentas. Los setentas habían llenado de deseos de superación a muchas familias del pueblo y con lo que se toparon en los ochentas fue con los límites que nuestra sociedad permitía para que existieran cambios sociales y culturales que democratizaran el acceso a los beneficios del crecimiento económico. En los setentas no se hizo lo suficiente para disminuir las barreras culturales que impedían que funcionemos como un país en el que existiera una igualdad de derechos. Lo cual fue un combustible para los procesos migratorios, en especial en momentos en los que el norte despegaba de nuevo.

En este momento la situación del norte ya no es de bienvenida. Además y quizás gracias a los límites que tuvo el proceso que vivimos en los setentas, la década que acabamos de atravesar sí trajo consigo un sentido preminente de igualdad de derechos. Vivimos en un país en el que es mucho más difícil buscar aceptación de lógicas de segregación. Aunque todavía queda mucho trabajo por hacer.

Sin la opción de la migración en la escala en la que se planteó en el pasado, tenemos la oportunidad de ocuparnos de los retos que tenemos que superar localmente para mejorar nuestra vida en sociedad. El mundo dejó atrás la fantasía de una globalización apresurada. El sueño de un planeta sin fronteras es posible, pero tenemos que construir los procesos que lo permitan, paso a paso, cuidando lo cercano, tanto como lo lejano.





Santiago Soto
09/07/17




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