El fin del "pop culture" y el último sueño de Fukuyama (escrito en 2010)

Con la crisis en la I(love)NY se ha podido percibir el advenimiento del fin del pop culture. El pop culture ha sido un instrumento de control de la sociedad dentro y fuera de los Estados Unidos. El pop culture funciona como un foro de concertación que permite imaginar la solución a los problemas de la sociedad americana. Este mecanismo fue exportado al resto de las naciones del mundo. Vale la pena, en este sentido, señalar que objetos del pop culture local de otras naciones han podido sobrevivir gracias a acciones específicas por protegerlos, como es el caso de asterix y obelix en Francia. Comics que tuvieron que ser protegidos por el gobierno para sobrevivir la avalancha de la invasión de comics americanos. Se podría argumentar que estos dibujitos no son importantes, que son tan solo unos personajillos de comics. A esto habría que contraponer el hecho de que la magnitud del pop culture se extiende por estos aparentemente diminutos artefactos culturales (como pueden ser unos personajillos de comics) y en esa extensión cubre las fisuras del pensamiento para promocionar una cultura de resolucion pasiva de los problemas de la vida posmoderna. 

El pop culture no es una religión, es algo que ocupa el lugar de la religión. Foucault señala que Marx y Freud pueden ser reconocidos como creadores de estructuras de pensamiento que han podido sobrevivir, el marxismo y el psicoanálisis, dado que no son premisas fijas sino estructuras de sentido que se reinventan constantemente con el uso que les da la gente. El pop culture puede ser entendido como la espina dorsal del proyecto estadounidense. Le ha permitido adaptarse a los diferentes imaginarios de los grupos que conforman su complejo pueblo. Se puede contemplar al pop culture como una estructura de pensamiento dentro de la cual varias generaciones ya han sido criadas, dándoles el pop culture como guía para atravesar las paradojas del contrato social americano. El pop culture tiene un tono que se mantiene pese a los cambios superficiales que sus formas requieren para mantenerse efectivo en el contacto con las mentes del conglomerado. Se dice que la Generacion X necesitó crear una subcultura para mantenerse dentro de la cultura. El pop culture fue capaz de asimilar la subcultura y articularla dentro de sus mecanismos de socializacion de la controversia.


El fin del pop culture se da como conclusión de un ciclo en el proceso de vida de la nación más poderosa del NAFTA. Existe hoy en día, un coro a su partida: it is what it is- se repite a lo largo del país. Es lo que es, lo suficientemente cercano al this is it (acaso adaptado brutalmente como esto es eso por una banda famosa con dicho nombre) como para jugar con la relación que tiene el fin del pop culture con la muerte del rey del pop (this is it es el nombre de su último concierto).


Los Estados Unidos ya no son una sociedad que necesita expandir el proyecto. Son una sociedad que ahora lucha por limitar su alcance. Los Latinos, últimos pasajeros en subirse a la nave, tendrán, en el peor de los casos, que dejar a sus hijos (nacidos con papeles) la defensa de la reforma migratoria. El muro en la frontera marca el límite de la preocupación de los líderes. Ahora deben concentrarse en el health care reform, en acabar de guerrear (hasta coger fuerzas de nuevo), en su relación con China, en su deuda interna.


El pop culture ya no es posible, ni tampoco necesario. Obviamente continuará funcionando como un sistema de espectáculo, pero poco a poco pierde terreno a las dinámica de otras industrias culturales como Bollywood. En Latinoamérica se levantan mecanismos para generar un propio pop culture. Brasil ha estado trabajando por décadas, México lo ha estado reviviendo en los últimos años y Argentina ha estado sirviendo para formar a los escritores, directores, bailarines, actores, dramaturgos, músicos, y demás agentes necesarios para poner a funcionar la maquina que le fuera tan efectiva durante la posmodernidad a los norteamericanos. 


Entonces, el pop culture se ha multiplicado. Habrán de inaugurarse varios pop culture regionales que logren satisfacer los proyectos políticos de las naciones y las regiones del mundo (que pujan por destronar la estructura tras el triste hundimiento de la ONU). El pop culture, como el marxismo y el psicoanálisis se esta reinventando. Sus formulas se adaptan a los rostros y los sonidos de los modelos que sean necesarios para conectarse efectivamente con la población. Su foro discutirá los problemas de los diferentes rincones de las naciones y con la magia del espectáculo aparentará curar los conflictos de las masas. El pop culture como gran momento de USA se extinguirá, como se desvaneciera el sueño soviético tras la caída del muro. 


El pop culture, como estructura del pensamiento (sutil y misteriosa como la religión) no es una ciencia de números, ni de proyectos de marketing como se ha intentado impulsar durante el neoliberalismo. El pop culture es la suma de todos los poderes coyunturales puestos en juego sobre soportes que imprimen la imaginación de la gente. El pop culture finalmente no soluciona nada por sí mismo, de la misma manera que el psicoanálisis no cura o el marxismo no elimina la inequidad. El pop culture sirve para pensar la sociedad y el individuo, y para mantenerlo trabajando. Sirvió especialmente para un momento histórico que ahora finaliza en esta crisis. De aquí en adelante, se tendrá que generar nuevos mecanismos de pensar y de pensarse como sociedad y proyecto local/global. El pop culture se marcha con sus últimas estrellas televisivas, en unos Estados Unidos cada vez más parecidos a la Inglaterra de la cual se independizaran, eso es, sostenidos en una estructura de niveles y placas, de clases y núcleos, de una élite cultural ajena a lo popular, que ya no necesita compartir sus formas con el pueblo, porque ha decidido que el pueblo tendrá que resolver sus propios problemas (en las durísimas condiciones en las que le han puesto). Esta especie de aristocracia, como todas las otras aristocracias del mundo vive lejos del sustento que le anima. El pop culture ya le sirvió para tomar forma definitiva (unaintelligentsia americana), hasta cerrar sus fronteras. El pop culture no muere como una tragedia nacional, ni global, muere en medio de la celebración de quienes fueron sus amos y ahora ya no le necesitan. Ya no es necesario ni posible simplemente imaginar que Will Smith atraviese los obstáculos que le impidan alcanzar el sueño americano. El pop culture no es una ciencia es más bien como un sueño, un sueño que se apaga cuando el mundo despierta, cuando el mundo por fin despierta.







truly gómez
03/28/10

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