Los andes, las tejas y el asfalto en un realismo que dejó de ser mágico.

Algún día descubrí que Endara en su realismo mágico, utilizaba el símbolo de las tejas, como mecanismo de representación de lo ecuatoriano. Las tejas, como técnica de construcción española, me hacen pensar a Endara como miembro de una generación que entendía la identidad desde ese referente hispánico.

En el paisaje urbano contemporáneo, las lozas, ya no las tejas, son un elemento simbólico que sirve para trazar nuestro contexto geográfico modificado por el ser humano. Las lozas y el concreto son técnicas de construcción moderna, que ya no se pueden entender atadas a un sentido de nacionalidad, sino que son parte de una identidad más grande, la de los países desarrollados.

Aún así, pese a que no se puede entender este nuevo perfil de la vida en la ciudad, como algo influenciado por la estética arquitectónica de otra nación, si se puede señalar, que la llegada de las lozas está atada con el siguiente poder que nos colonizó, que fue el de los estado unidenses, quienes administraron el mundo con la capacidad económica que les dejó el desenlace de la segunda guerra mundial.

Otro de los elementos geográficos de la ciudad, que aparece como un símbolo reproducible, en la contemporaneidad, es el de los transformadores y los postes. El entramado de cables que desfiguran los cielos que observa el transeúnte, han sido ya retratados por artistas contemporáneos locales, a través de diferentes técnicas, que van desde el dibujo hasta el video arte.

Debajo de estas madejas de caucho y cobre, el pavimento, en gran parte de la ciudad, resquebrajado y decrépito, termina de completar la identidad de esta ciudad andina, en la que quienes en otras épocas trabajaban la tierra o administraban la crianza de animales, ahora hacemos esfuerzos por entender la mecánica de los vehículos motorizados que reemplazaron a los caballos y nos permitieron disfrutar del sueño americano, al menos a través de esa imagen de disponer de nuestro vehículo propio para llegar a la oficina.

Qué nos dice el estado decrépito del pavimento sobre el que resbalamos los aparatos por los cuales vivimos endeudados?

La forma de transporte que heredamos de la modernidad americana, no es una forma eficiente de organizar nuestras ciudades. La promesa del auto, como mecanismo de transporte se suponía que nos iba a convertir en personas que podrían multiplicar el tiempo del que disponen para utilizarlo en todo tipo de actividades productivas. Sin embargo, por el estado de nuestras vías, más allá de las deficiencias de la administración municipal, parecería que los autos en lugar de más productivos, a los quiteños nos volvieron más incapaces de disponer de nuestros recursos locales para hacer de este un lugar más vivible.

Aquí vale la pena mencionar que la importación del modelo de desarrollo de la ciudad articulado por el automóvil tenía mucho más sentido en décadas anteriores, pero también tenía mucho más sentido en economías que producían sus propios automóviles.

Los grandes costos que significan para una ciudad el contar con vías asfaltadas apropiadamente, se podían justificar mejor en economías en las que la propia fabricación de los vehículos significaba una fuente de ingresos para los trabajadores.

Al no fabricar autos, es visible que no hemos podido compensar con nuestras exportaciones, los ingresos que necesitamos para vivir la imagen de modernidad que planteamos para nuestras ciudades.

Los cuadros de Endara, hoy en día, deberían estar llenos de lozas, paredes de bloque visto, enredos de cables, calles llenas de baches y autos producidos en otros países, intentando acoplarse a la estética del paisaje de los andes.

Es muy difícil ser un paisajista urbano en estos tiempos.

Finalmente, es necesario hacer el esfuerzo por imaginar nuestras ciudades de formas diferentes a las de modelos económicos globales. Es necesario que nuestras ciudades puedan mantenerse bien, a través del uso que podemos hacer de nuestro trabajo, nuestro tiempo, nuestros recursos y nuestro ingenio.

Quizá sigamos usando e importando autos. Quizá tengamos que fabricar muchas más bicicletas y diseñar de forma distinta los barrios y las calles.

Tanto nos falta por imaginar y crear. Para que así podamos hacer un buen trabajo paisajístico urbano, los pintores.




Santiago Soto
07/03/2018

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