Sobre mi afición por los óscares

Paradógicamente, desde que volví del posgrado, me he vuelto bastante aficionado a los óscares.

Digo paradógicamente, porque en el ámbito de las escuelas de cine, el valor que se les da a los óscares es muy poquito.

Vivimos enamorados de la idea del cine independiente, y lo que haga la industria, supuestamente, no nos interesa demasiado.

Esto lo entiendo perfectamente. Entonces, cómo puedo explicar esta afición por una entrega de premios? no es esto un acto más de colonialismo, o neo colonialismo?

Bueno, la verdad es que sí lo es. Obvio, por eso muchos cineastas y artistas ecuatorianos ven con tanto recelo un acto de severenda propaganda.

Los óscares son un gran comercial. Como el intermedio del súper bowl, pero de varias horas de duración. La academia, de hecho, vive principalmente de las regalías que la ceremonia televisada les provee. Es más, subieron el número de películas nominadas, de cinco a nueve, hace ya unos diez años, para incluir a esas películas independientes, amadas por el público, que al no estar incluidas, les estaban costando un buen pedazo de audiencia.

Esto no significa que Lady Bird tenga muchas probabilidades de ganar (esto fue escrito antes de la entrega de los premios), aunque no se debe negar la posibilidad. En cierta forma, todo esto tiene que ver con rating y con negocios.

Entonces, qué valor le queda a este espacio mediático en el que se intenta corregir el rumbo de la humanidad, año tras año, modificando la posición del timón moral de la economía más importante del mundo?

Supongo que algún comentarista diría que la fiesta del cine, siempre trae lo que el cine ha prometido desde sus inicios: ilusión! La vida convertida, por dos horas, en un sueño.

Mi acercamiento es menos de planchazo. La inquietud que me acerca a esta entrega de premios tiene más que ver con una búsqueda personal, con una motivación íntima. La misma motivación que de una forma bastante arriesgada me llevó a poner tantos años de buenas calificaciones en los hombros de una profesión que en Cotocollao es tan útil como la de mi hermano cirquero.

Dejando la geopolítica de lado, hay algo de los óscares que habla de la capacidad que tiene el cine de construir narrativas, que orientan el sentido de grandes grupos sociales. Algo de los óscares me recuerda al milagro que el descubrimiento de la cinematografía nos permitió realizar a los humanos.

Pese al exceso de glamour y maquillaje, el cine, aún en este remoto Cotocollao, es un gran vehículo de la mente humana, hacia una construcción maravillosa de sentido.

Lo sé porque cada vez que voy al cine en El Condado, o compro un DVD en la plaza del Obelisco, me encuentro con esas personas que de otra manera serían rostros sin identidad, al menos desde donde se plantea la producción cultural high brow (de alto vuelo).

Toda esta gente que me acompaña cuando le sigo a mi cinefilia, es gente que constantemente busca en esas construcciones de celuloide (o su equivalente digital) una forma de pararse frente a la multitud y encontrarse dueña de sí misma. El cine, como un reflejo de la existencia humana es algo que va mucho más allá del nacionalismo.

Aún más allá, que del propio nacionalismo estadounidense, que es bastante pujante y que nunca debemos confundir con un humanismo universal.

Para llegar a ese humanismo universal, todavía hace falta mucho trabajo. Parte de ese trabajo lo tenemos que hacer los artistas ecuatorianos. Los cineastas ecuatorianos.

Nos quedan muchas historias por contar.

Let's get busy folks!

Y alguna vez va a existir algo equivalente a los óscares, pero planetarios.




Santiago Soto
04/04/2018

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