The Big Sick y las relaciones interculturales en el contexto actual

Acabo de ver The Big Sick y me acabo de dar en la jeta.

Decidí escribir este texto sobre la película porque siento que tengo la obligación moral de señalar algo que puede habérseme estado pasando de largo en mis textos últimamente.

The Big Sick es la historia de Kumail Nanjani, un comediante pakistaní, del elenco de la serie Big Bang Theory, que en esta película nos cuenta como fue conocer a Emily, su esposa, de quien se enamoró clandestinamente, dado que su familia le tenía impedido desafiar la costumbre de incurrir en un matrimonio arreglado.

La historia se complica cuando Emily se da cuenta de que Kumail no les ha contado a sus padres de la relación que tiene con Emily, mientras ha seguido recibiendo las visitas de mujeres que su madre invita a casa para cenar, buscando que su hijo se anime a casarse.

Mi decisión de escribir este texto surgió cuando entraron en la palestra los suegros de Kumail. Esta pareja de baby boomers gringos me recordó algo muy bacán de los estadounidenses. Algo que vale la pena ser mencionado para poder hacer una distinción entre las críticas que uno puede hacer a las políticas racistas de Donald Trump, versus las actitudes de muchos ciudadanos estadounidenses que son mucho más humanistas y rescatables.

A partir de mi propia experiencia yo viví algo parecido a lo que vivió Kumail. En mi caso, no era mi madre, sino mi padre, quien de alguna manera hacía explícita su idea de que no era aceptable el que yo me casara con una gringuita y me fuera a vivir a la yoni. Mi papá había sido un dirigente estudiantil en la universidad, y sufrió persecución precisamente por parte de los militares que, como en otros países de sudamérica, fueron aceptados y apoyados por los gobiernos del norte.

Por otro lado, mi madre, que en su propia vida pudo haber terminado viviendo en Estados Unidos, si su viaje a los dieciocho años a Nueva York, no se hubiera encontrado con los caminos culebreros de las relaciones humanas, de alguna manera fomentó en mí, la idea de que vivir en la yoni era una manera de sortear algunas de las desventajas que tiene vivir en nuestros países.

Cuando yo estaba en la universidad, y como les he contado varias veces, me fui atrás de una gringuita de la que me enamoré. Las cosas no resultaron como creía y en parte por eso escribí mi película La Mantequilla y la Mosca, que ahora se llama Love Comes From Birds.

En mi experiencia, de igual forma que en el caso de Kumail, el encuentro con los suegros me reveló un aspecto notable de los baby boomers estadounidenses, o al menos de algunos de ellos y de algunas de sus filosofías.

Mientras en Latinoamérica se reprimía y se obligaba a los jóvenes, como mi padre, a renunciar a sus convicciones, en Estados Unidos se vivieron procesos sociales muy intensos, pero que tuvieron como desenlace la celebración de derechos de mujeres, grupos discriminados y de la comunidad lgbti.

En el caso del Ecuador, es más difícil encontrar miembros de la generación de los baby boomers que tengan ciertas actitudes liberales que son una parte muy importante de la cultura juvenil contemporánea.

De hecho, cuando yo estuve en Estados Unidos de intercambio en el año 2004-2005, no fue de los baby boomers, sino de algunos de mis propios contemporáneos, de quienes yo sentí más distancias. Ciertas distancias que hacen que sea siempre un proceso delicado el de migrar a los Estados Unidos.

Tratando de dar con alguna respuesta a este comportamiento, hace poco llegué a la conclusión de que el once de septiembre puede haber tenido algo que ver con el florecimiento de ciertos sentimiento xenófobo en las generaciones menores. Al mismo tiempo creo que el crecimiento económico que experimentó Estados Unidos después del final de la Guerra Fría, coincidió con el desplome de las clases medias de varios países de nuestra región. Lo que hizo que entre los jóvenes de clase media estadounidenses y ecuatorianos, en la década pasada, hubiera una situación económica tan disímil que resultaba mucho más complicado el entenderse dentro de un imaginario común.

Finalmente, me parece que en la retórica política de los últimos años, como una especia de desfogue de lo que fue la tensión acumulada por los años de la dictadura, se han hecho muchos análisis geopolíticos que hablan desde la izquierda, de la necesidad de fomentar la soberanía en nuestros países. Estos debates son necesarios y fueron muy oportunos en esta década pasada. Lo que no debemos perder de vista es que es diferente criticar las posiciones de los grupos que ostentan el poder, con el acercamiento que podemos tener como pueblos compuesto de seres humanos con aciertos y errores.

The Big Sick está escrita con un espíritu de celebración, como muchas comedias románticas, esto significa que su retrato de un amor intercultural funciona dentro de convenciones del género. Pese a esto, la película logró estar nominada por su guión a los óscares. Creo que esto se debe a lo necesario que es, en este mundo interconectado, hablar de los nuances de las relaciones en las cuales los enamorados no comparten las mismas costumbres.

Véanla y saquen sus propias conclusiones.

5/5




Santiago Soto
07/03/2018

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