El Zurdo de Oro

Las historias de Don Luis Rodrigo Caleño, que está de cumpleaños, me enseñaron que yo sabía muy poco sobre la práctica musical en el país, afuera de nuestro círculo quiteño de clase media.

El Zurdo, como le conocen las centenas de personas que aprecian su destreza como instrumentista, como se puede ver en esta foto de su juventud, encarna un tipo de artista ecuatoriano que no se representa de forma adecuada.

Divididos como estamos, erradamente, en esa noción de que existe una música “del pueblo” y otra música, que aunque igual de popular se considera distinta y más elevada, nos hemos vuelto ignorantes; insensibles a la composición de nuestros artistas y de nuestras audiencias.

Antes de conocerle, yo nunca escuché, ni me imaginé, que en un pueblito tan pequeñito como Nono, un niño nacido en 1959, en una familia en la que todos practicaban música, incluida su madre, y que se enseñó a sí mismo a tocar la guitarra y el requinto, al revés y hacia arriba (con la cuerda aguda en la parte superior del brazo de la guitarra) cultivaría tantos pequeños éxitos, a lo largo de sus seis décadas tocando, que pese a haber tenido que afrontar todas las precariedades que viven los campesinos de nuestro país, acumularía tanto reconocimiento popular, que literalmente cuenta-

No puedo jugarme un volley en paz-

porque donde quiera que vaya, le ponen una guitarra en las manos, para que transforme el ánimo de quienes se encuentran reunidos, interpretando un amplísimo repertorio de canciones populares.

Amigo entrañable de grandes leyendas y exitosos íconos de la música nacional, Rodrigo Caleño, el Zurdo de Nono, además, mantiene su carácter cordial y su filosofía de humildad frente a los grandes dramas de la vida en el Ecuador.

Cuando, a los 32 años, fue escogido, junto con sus compañeros Sebastián y Hugo, del Trío Los Shyris, por el maestro Segundo Bautista, para grabar un single en vinilo, que lleva el sello FEDISCOS, el país se encontraba en una coyuntura que transformaría para siempre la estructura social nacional.

Corría el año 91 y se sentía que la antigua estructura tradicional que organizaba al Ecuador, en clases, castas, y grupos, cambiaría. No sería un proceso fácil. La misma moneda nacional se perdería en el camino de transformaciones vertiginosas que vivió el país desde entonces.

Esa inestabilidad fracturó al trío Los Shyris, cuando Sebastián, el vocalista que llegó de niño como huérfano a Quito, y que entabló una gran amistad desde muy jovencito con el Zurdo, mientras crecía en el Centro del Muchacho Trabajador, tuvo que migrar a España, pero Rodrigo siguió trabajando como músico, a la vez que lo hacía como obrero.

Desde mi perspectiva, de quiteño ajeno a muchos de los escenarios que Don Rodrigo ha conquistado a lo largo de los años, he necesitado de sus historias para enriquecer mi valoración de la práctica de muchos artistas de nuestro país.

He aprendido a tener mucho respeto por su historia, y pese a que las estéticas musicales que me han formado han estado alejadas de estos grandes referentes nacionales, reconozco en su valentía y templanza el mismo rock n roll que a mí me impulsa, a hacer de la música, un vehículo para redimirnos.

Feliz cumpleaños Don Rodrigo Caleño, que la vida y su público le permitan consagrarse, como se merece.

Viva la música ecuatoriana!

Viva la música!

Viva el Zurdo!


Santiago Gabriel Soto

20 de Febrero de 2020

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