Tiempos de Ciencia y Magia (cap.1 2/10)

Capítulo 1, parte 2.

La MALDICIÓN de la TÍA y un ANTEPASADO MÁGICO

En los ojos de su perrita, Zavy reconocío un rasgo de humanidad distinto. De quién era el alma que se presentaba en esa perrita, hija de su perro principal, que llevaba el nombre de una deidad antigua, de su pueblo, el de los Zapienz.

Su padre intentaba iniciar el fuego. Estaban quemando todos los trapos que habían utilizado para limpiar el desván, en el que el abuelo había guardado un baúl con escritos, para tiempos especiales.

Mueran, malditos- vociferaba el hombre mayor, refiriéndose a los seres que propagaban el veneno y que el temía estuvieran presentes en los trapos.

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Había llegado ese mensaje, en el grupo de chat del gremio de los magos, que la cicatriz que la mayoría de los ciudadanos llevaban en el hombro derecho, la seña de una vacuna antigua, podía ser un signo de protección frente al mal que ya se estaba llevando a mucha gente en la ciudad, pero no se sabía si esta esperanza era solamente eso: una esperanza.

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Después de quemar los tapos, PFLUM, el padre de ZAVY (nuestro personaje principal), encontró al muchacho revisando antiguas ilustraciones de mujeres magos, desnudas.

Qué haces? No te parece el momento más inoportuno para eso?- le increpó su padre.

No me imaginaba que el abuelito tuviera una afición por este lado de la cultura- le respondió su hijo.

Tu abuelo nunca supo enfocarse en una sola mujer. Por eso tu abuela se enojó y partió hacia la ciudad detrás de la Montaña Mágica.

Me pregunto si ella todavía está con vida- señaló Zavy.

Puede ser- dijo su padre, con los ojos hinchados de emoción- allá el tiempo pasa más lento.

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Esa tarde, Zavy salió de casa, a caminar por dentro de la propiedad de su abuelo, que ahora la ocupaban con su padre y algunos miembros más de la familia Gomm. Su abuelo había fallecido hace más de una década y Zavy lo extrañaba mucho, en estos tiempos de incertidumbre: extrañaba la seguridad que le daba sentirse niño y cobijarse por su familia, entre abrazos y cariños, como solían hacerlo los Gomm, cuando se encontraban para celebrar el día de la Magia, o el fin de la temporada de los sapos.

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Los sapos, en los alderedores de la quinta de su abuelo, eran un tipo de flores, que producían sonidos muy extraños. Eran sonidos, como quejidos y llantos, pero también, a veces, como ladridos. Imitaban jaurías de perros peleando, en medio de los bosques. Por lo que cuando las flores sapo cantaban, el bosque se llenaba de sonidos que a Zavy y a muchos, les producía mucho miedo. Aún cuando estos fueran magos y eso que los magos no suelen asustarse fácilmente. 

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Buscando con cuidado un zapato, que Zavy había perdido, mientras paseaba por la propiedad de su abuelo, intuyó que fue el cachorrito que su tío Jonás había traido, el que debía habérselo llevado. Al cachorrito le estaban picando las encías, porque sus dientes crecían y necesitaba algo que morder para parar con la comezón. 

Entonces, caminando entre las flores, el césped y los árboles, ocurrió un pequeño milagro.

Zavy se encontró con la placa que usualmente se encontraba sobre la piedra en la tumba en la que su abuelo estaba enterrado, en el cementerio de la ciudad.

El tío Jonás debe haberla traído para trabajarla- pensó Zavy, inicialmente. Sin embargo, dado que lleva a consigo un manojo de flores que había tomado en el camino, para perfumar su camino, decidió aprovechar el hallazgo para ofrecérselas a su abuelo y decirle algo que le había querido decir desde hace mucho tiempo.



Santiago Gabriel Soto Gómez de la Torre

06/04/2020

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